“Sin Dios, la vida terminaría en la tumba y nuestras experiencias terrenales carecerían de propósito. El crecimiento y el progreso serían temporales; los logros, sin valor; los desafíos, sin sentido. No habría ni bien ni mal definitivos, ni responsabilidad moral de cuidarnos los unos a los otros como hijos de Dios que somos. De hecho, sin Dios, no habría ni vida terrenal ni vida eterna.
Si ustedes o alguien a quien aman están buscando un propósito en la vida o una convicción más profunda de la presencia de Dios en nuestra vida, yo les ofrezco, como amigo y como Apóstol, mi testimonio. ¡Él vive!” —Élder Robert D. Hales, quien sirvió como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días |